Época Moderna en Porcuna

Época Moderna
(ca. ss. XVI-XVIII d.n.e.).


       La Edad Moderna está marcada en Porcuna por dos acontecimientos institucionales y sociales diferentes pero imbricados entre sí, la profunda transformación de la estructura de la Orden de Calatrava y la aparición de un Cabildo realengo en la Villa.

       Tras el último Maestre de Calatrava, Garcí López de Padilla, que ejerció el cargo entre 1482 y 1487, el rey Fernando II de Aragón “El Católico”, en nombre de su esposa Isabel I de Castilla, consiguió a través de una bula papal y de la aquiescencia del Capítulo General de la Orden la disolución del cargo de Maestre, cuyas funciones pasaron a la monarquía bajo el título de “Administrador perpetuo” de la Orden, título que al igual que pasó con las otras tres ordenes militares castellanas, Santiago, Alcántara y Montesa, heredarían los sucesivos reyes de España hasta la actualidad. Con esto la monarquía afianzaba su nuevo modelo de gobierno y controlaba a la mayor y más poderosa de las Ordenes, evitando futuros conflictos, como los sufridos con los Maestres Enrique de Villena o Pedro Girón. Al mismo tiempo una vez se conquista Granada en 1492, terminando la “Reconquista”, no permitiendo los reyes el paso a América de las Ordenes Militares y alterado definitivamente el modo medieval de hacer la guerra por la multiplicación de las armas de fuego y los grandes ejércitos de las monarquías renacentistas, la Orden de Calatrava pierde su sentido militar y religioso. Va a mantener sus instituciones y sus bienes y rentas, aunque pierda gran parte de sus derechos feudales y se va a convertir en una nobleza ciudadana, abandonando su sentido militar, quedando en una titulatura de nobleza y prestigio, que iban acompañadas normalmente de pingües rentas a costa del patrimonio calatravo. Las instituciones y la “oficial” continuidad del sistema calatravo existirán hasta las desamortizaciones eclesiásticas y civiles del s. XIX. Un ejemplo local de este proceso es el del Priorato de San Benito que, aún manteniendo sus rentas y su estructura, con priores hasta el s. XIX, se va a ir destruyendo durante esta época. A fines del XVI los últimos priores que residieron en Porcuna, en adelante serán absentistas, deciden por la progresiva desaparición de los freires y la pérdida de la función originaria, abrir la iglesia al pueblo. Poco a poco se abandonan espacios del conjunto, se demuele el claustro, gran parte de los corrales sufre un proceso de relleno por abandono y sedimentación desde las parcelas de tierra más elevadas al Sur y sólo los edificios del palacio prioral ubicados en la fachada principal y la propia iglesia resistirán hasta el s. XX.

      En el ámbito local desde el s. XV vemos desarrollarse un cabildo dentro de la estructura feudal calatrava, que poco a poco obtiene mayor independencia, controlando los recursos y bienes “de propios” o comunales del territorio de Porcuna, y al mismo tiempo ocurre igual en Lopera. Estos cabildos se afianzan en el s. XVI porque se relaja la presión de las instituciones de la Orden reclamando sus derechos y porque se genera un nuevo modelo político local basado en el “buen gobierno” de los notables que solo dan cuentas al rey, al que piden mercedes y privilegios, pagando bastante bien por ellos. No obstante la presencia tanto de caballeros de Calatrava como de las instituciones en funcionamiento, Alcaidía y Mesa Maestral sobre todo, en el gobierno local es continua. A mediados del XVI el cabildo de Lopera consigue del rey la independencia de esta antigua aldea de Porcuna, que pasa a ser Villa. La situación jurisdiccional, más cercana al realengo que al señorío no está exenta de problemas de jurisdicción, como es el caso de tener la sede de la primera justicia en Martos, lo que solía ser un agravio a los intereses de los nobles y vecinos de Porcuna, por lo que con Felipe III y no sin problemas compran al rey un privilegio real para ser jurídicamente independientes, quedando la jurisdicción local solo por debajo de la de las Chancillerías, en nuestro caso la de Granada.
 

      Desde principios de la Edad Moderna este buen gobierno renacentista se traduce en la existencia de nuevas instituciones que dan servicios ciudadanos y de una representación pública de los nobles, como es el caso aquí de las Carnicerías, la edificación de pilares y fuentes, la arquitectura pública, como la Plaza mayor, el edificio del Cabildo y la Cárcel...etc.

      Para los primeros años de la Edad Moderna y desde la perspectiva de la Orden de Calatrava contamos en Porcuna con un magnífico trabajo, el libro La Orden de Calatrava en la Villa de Porcuna, de Francisco Montes Nieto que analiza la estructura local de la Orden en la primera mitad del s. XVI. Existe además decenas de artículos y estudios monográficos y una ingente documentación de archivo que hace pensar en un esperanzador futuro para el conocimiento de estos siglos, pero desgraciadamente aún no hay obras generales, ni de conjunto.

      A nivel urbano, las murallas y fortificaciones se vuelven innecesarias por la ausencia de conflictos interiores y la capacidad destructora de las nuevas armas de fuego y sólo sirvieron como aduanas para controlar los productos que entran y salen de la población y sus impuestos. Aún se conservará hasta fines del XVII una de las instituciones calatravas más fuertes, que es la Alcaidía. El Alcaide del Castillo de Porcuna vigilará la conservación sus murallas pero no de las del resto de la población. Las murallas de la antigua Medina desaparecen en estos dos primeros siglos modernos sin que sepamos de momento la causa concreta de su desmontaje. Pervivirán hasta casi el presente las murallas del Castillo y las de la Villa.
 

      Fruto de las guerras de religión desde el s. XVI y de la contrarreforma católica se intensifica la presencia religiosa estableciéndose progresivamente tres ordenes religiosas: Dominicas, San Francisco y San Juan de Dios, con sus respectivos conventos de la Concepción, Santiago y de la Vera Cruz, destruidos en la segunda mitad del s. XX.  Hubo una cuarto convento de Monjas Calatravas Benedictinas, del que sólo conocemos algunas exiguas referencias. Además, la eliminación de la Alcaidía conlleva la creación de una nueva institución, el Juzgado de Iglesias, que utiliza las rentas de la extinta Alcaidía para el ornato de las iglesias, fruto de lo cual el s. XVIII asiste a grandes proyectos de decoración y adquisición de importantes obras de arte para las muchas iglesias de Porcuna y paralelamente al deterioro progresivo de las fortificaciones.

      Un hecho fundamental a nivel material es el Terremoto de Lisboa, el 1 de noviembre de 1755, día de Todos los Santos, que destruye gran parte de los edificios del pueblo, pero que milagrosamente no causó víctimas mortales, quizá porque al producirse una mayoría del pueblo estaba en la iglesia asistiendo a la misa mayor y durante el suceso se salieron a la plaza.

      También es muy interesante la información aportada por las primeras fuentes estadísticas y fiscales con pretensiones sistemáticas, los catastros, especialmente el Catastro del Marqués de la Ensenada, comenzado a estudiar en el caso de Porcuna por Antonio Recuerda Burgos. Este catastro aporta una visión de conjunto de la sociedad y economía porcunense de este año concreto a unos niveles de detalle sorprendentes.

      En suma es también un periodo que poco a poco se va conociendo pese a los grandes vacíos y la falta de una historia sistemática y global.